Muchas y muchos hemos visto el video de Samuel García y Mariana Rodríguez. Muchas y muchos hemos sentido enojo o tristeza por lo que ahí se vio: control, violencia, sumisión, objetivización, posesión, machismo. Muchas y muchos han emitido opiniones sobre lo qué pasó. Y está bien. Es sumamente importante unirnos a las voces que hacen visible un problema tan profundo como la misma historia de la humanidad. Cada voz que se pronuncia en contra de esto, es alguien que poco a poco se ha ido liberando del yugo del patriarcado. Sin embargo, no puedo menos que entristecerme al darme cuenta que eso que vimos en ese video, es una realidad que se manifiesta en muchísimas parejas y es considerado lo “normal”.
Como hombre, me avergüenza admitir que he actuado como Samuel García, he sentido como él se sintió y visto el mundo de la misma forma. Así crecí, inmerso en un entorno donde el machismo forma parte de la cultura y se refleja en la televisión, las revistas, el diario, la familia, la escuela, la sociedad. Yo, al igual que él, llegué a ver a la mujer como una posesión y como objeto. Igual que él, en algún punto fui posesivo y manipulador. Al igual que él sentí enojo por algo que yo vi como inadecuado de mi pareja. Al igual que él, fui machista... y quizás aún lo soy en cierta medida; pero, me he comprometido con deconstruir esas ideas aprendidas por años y mirar con nuevos ojos el mundo, a las mujeres y a las personas.
Les aseguro que no es un proceso sencillo ni que se dé de la noche a la mañana. Requiere tiempo, compromiso, convicción y dedicación. Necesita de la apertura para cuestionarte a ti mismo o misma las ideas que están tan arraigadas en la mente y en la sociedad. Es una revolución y una renuncia a los privilegios que, como hombres, nos otorga el patriarcado. Pero, al final, es liberador.
Lo que ha sucedido con Samuel García y Mariana Rodríguez es un recordatorio de que el machismo sigue fuerte y presente en la vida de muchas personas, no importando su condición ni su lugar de origen ni sus creencias o convicciones políticas, ni siquiera sexo o preferencias personales. El machismo está por todos lados.
Por ello, esto, además de ser un llamado de alerta, es una invitación a seguir trabajando para erradicarlo de nuestra sociedad, y de la humanidad. Sí, hay que continuar señalando estas actitudes, y también, continuar con las propuestas de atención que ayuden a que las deconstrucciones continúen. Al final, lo que obtendremos, será una sociedad más justa, más equitativa, más igualitaria, más respetuosa, menos objetivizante, más libre.
Aún hay muchos Samueles y Marianas por el mundo, por lo que habrá que seguir trabajando sin cesar, para lograr una mejor humanidad.
Les quiero.
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